Estado del arte, marco teórico.


Graffiti Stencil
¿Es en el siglo XXI una esfera que transforme el soporte en el que se inserta en una nueva ágora fragmentada?


I. La calle, Espacio público

Comúnmente entendemos por espacio público aquellos espacios de convivencia física con los otros como el mall, los parques, las plazas, el museo o edificios, etc. pero es la calle la que ahora se define como espacio público que es utilizado para el tránsito y convivencia dentro de la ciudad. La calle da lugar al encuentro entre ciudadanos, en ella nos encontramos, relacionamos y convivimos con los otros, nos movilizamos de un lugar a otro, nos recreamos y vitalizamos, es el escenario de nuestra rutina y cotidianidad, es en ella que instantes nos escapamos y nos distraemos de situaciones que nos aquejan, pero es en esta misma donde se reflejan las inequidades de un país como el nuestro. Por ejemplo, Santiago es una ciudad dividida de oriente y poniente, la estructura y diseño de una población o villa no es la misma estructura y diseño de los sectores acomodados, aun así a pesar de las desigualdades urbanas (diseño y construcción) la calle sigue siendo nuestro lugar de encuentro como ciudadanos.
De acuerdo a la RAE la palabra calle viene del latín callis que significa senda o camino, tiene una serie de acepciones para referirse a esta, en primer término dice que la calle en una población es una vía entre edificios o solares, otra significación de calle como el exterior urbano de los edificios . Estas definiciones de “la calle” son desde un punto de vista urbano (diseño y construcción) la cual se conforma a partir de una planificación, es por ello que debemos retroceder a los inicios de la ciudad y entender cómo las primeras bases de planificación urbana de lo que denominamos ciudad, fueron la plataforma para el asentamiento y creación de nuevas ciudades.
Gran parte del diseño urbano de las ciudades actuales son un referente y tienen sus bases en las ciudades-estados griegas; los griegos pretendían cumplir eficazmente en las ciudades fines religiosos, políticos, sociales, culturales o de intercambio económico para sus ciudadanos y la forma de organizar aquello es por medio del trazado hipodámico que es un tipo de planificación urbanística que organiza la ciudad mediante el diseño de sus calles en ángulo recto, creando manzanas (cuadras). Tal diseño de planificación será la base de la planificación y construcción de ciudades ulteriores como: las Urbes romanas, las bastidas medievales características por sus torres, puentes, murallas con fines de protección y función militar, además espacios para el mercado y religión (aun así la vida urbana medieval se caracterizaba por ser rural). Es en el Renacimiento donde la ciudad adquiere otros matices como ciudades ideales en las que se debe permitir el progreso intelectual -hay un paso de la vida rural a la ciudad-. Traspasándose esta idea a la Modernidad, en que las ciudades deben expandirse, fomentar el progreso económico, político, filosófico y científico, esta expansión no sólo fue de ciudades, fue una expansión territorial de Europa al nuevo continente, así los primeros conquistadores al establecerse lo hicieron bajo un modelo de ciudad europeo, que al fin de cuentas era el modelo hipodámico; todo esto evidencia que a medida que las sociedades se complejizan o progresan las ciudades también lo hacen, todas fueron pensadas y diseñadas de acuerdo a las necesidades de cada época y a los progresos de esta misma. Circulamos y convivimos en una ciudad que tiene sus cimientos en el diseño griego, pero hoy en día la ciudad se expande cada vez más porque la población ha aumentado, el orden damero que se ha mantenido por siglos ya no parece ser la lógica de construcción de la esta, la ciudad se expande hacia arriba (edificaciones y rascacielos) y parece ser la verdadera lógica de su diseño -la lógica de lo irregular-.
Ahora bien, la calle es el elemento principal que constituye la ciudad, es en ella donde nos encontramos y convivimos con los otros como ciudadanos y como personas, la calle muestra la identidad y cultura de una sociedad y los inicios de su planificación son a partir de un modelo griego a modo de tablero de ajedrez. Esta calle es el espacio público al que todos podemos acceder, pero a la vez no es completamente público.
La calle como espacio público tiene cierta ambivalencia: por un lado encontramos lo que es verdaderamente público como los parques, plazas u otros que están estipulados como de acceso para cualquier persona o ciudadano, pero por otro lado están aquellas edificaciones o terrenos que son propiedad privada, pero de acceso público como ocurre con los mall, el metro, las universidades y otros, y por último encontramos aquellos espacios y edificaciones de propiedad privada en que el acceso es restringido, así dentro de la ciudad hay una serie de espacios que versan lo público y lo privado. Entonces ¿es posible que la calle se defina como un verdadero espacio público?, ¿qué elementos o características se requieren para que sea un espacio público? Según M. Foulcault, el espacio es la dimensión más significativa para la humanidad contemporánea. Hoy en día el espacio se concibe a partir del tipo de uso que le dan las relaciones sociales que en él se llevan a cabo .
Según J. Habermas para que el espacio público sea tal debe ofrecer características como: “inclusividad”, es decir, que este espacio debe ser accesible para todos sin distinción -carácter igualitario- no sólo tiene acceso a él cualquier persona, sino que además en su interior, nadie tiene prioridad sobre alguien, se comparte por todos los participantes desde una posición igualitaria . Esta descripción tiene sentido en que la calle como espacio público es un espacio al que tiene acceso cualquier persona, pero hay momentos y lugares en que no necesariamente todos compartimos la igualdad por ejemplo cuando caminamos por las calles ya sea para dirigimos al trabajo, a la universidad, a la escuela o ha hacer cualquier trámite nos encontramos con personas a las que no conocemos -es un andar entre desconocidos- en este sentido nadie tiene la prioridad sobre el otro, pero esto cambia cuando alguien te norma y limita porque públicamente tienen la autoridad, por ejemplo como un carabinero, policía u otro. Otro caso más simple es el hecho de que si estamos por las calle cruzamos en un paso peatonal yo tengo una prioridad como peatón sobre el conductor, otro caso es la prioridad que tienen las mujeres embarazadas sobre los demás pasajeros en el vagón del metro, etc. son muchas las situaciones en las que tal principio de igualdad se rompe. Pero existe una tercera descripción dada por Habermas y que refiere a la apertura del espacio, en el sentido de que cualquier asunto, sin restricción, puede ser lanzado a discusión entre todos los participantes del espacio público, permite el intercambio de discursos de distinta naturaleza y contenido, esta característica junto con la definición de Foucault son la piedra angular que distingue según nuestro parecer lo que comprendemos como “la calle” además de las estructuras, edificaciones y espacios (públicos o privados) que son parte de la ciudad se dan relaciones sociales y de convivencia, son lugares donde se cruzan los lenguajes y las diferencias entre nosotros, es por ello que la importancia de la calle como espacio público por excelencia radica en juego de comunicación que se da entre nosotros como ciudadanos y personas con distintos valores, discursos, puntos de vistas, creencias, etc. desde nuestra perspectiva la comunicación en las calles y las distintas estructuras que hay en ella no sólo se reduce a conversaciones entre las personas, o cruces de palabras en las oficinas, en el colegio, en la plaza, en el mall, etc. la comunicación se encuentra en todos lados y en cada rincón de la calle desde un semáforo a un tarro de basura, desde un letrero a un paradero, desde un graffiti a un esténcil hay comunicación. Por ende, no sólo nos comunicamos entre nosotros en el espacio público, este con sus lugares, estructuras y elementos que componen lo que denominamos ciudad, nos comunican algo, nos acerca en un sentido que trataremos más adelante.


II. El Graffiti Esténcil.

La expansión de las calles, la cual se enunció en un principio, llevó a la descentralización urbana, desapareciendo paulatinamente los centros en las ciudades actuales.
Toda la organización de la urbe se abocó luego a construir enlaces y a convertir la ciudad en un mero mecanismo de circulación en detrimento de la intensidad del encuentro y la aglomeración de muchedumbres que posibilita la plaza.
Se comienza a restringir las actividades de los ciudadanos en las calles, para darle paso a los espacios privados habitables y/o comerciales.
Se diagrama la ciudad limitando sus múltiples estructuras a lo meramente funcional. Este modelo de ciudad crea un ambiente de mero tránsito de ida y vuelta, en un ajetreo laboral, estudiantil o de trámites, los cuales movilizan gran parte del tránsito peatonal y vehicular. Esto provoca la aparición de un hombre solitario que fuera de su espacio privado, no encuentra nada significativo, ni lo necesita. El hombre se muestra en estas calles como tendiendo al individualismo, al flujo entre desconocidos, donde la ciudad va develándose como carente de interés.
Las transformaciones producidas en las estructuras urbanas de la mayor parte de las ciudades del mundo repercutieron en la redefinición de las relaciones entre lo público y lo privado. En la actualidad nos encontramos con un intento de reducir lo público a su mínima expresión, donde se presenta al hombre como recluido en su espacio privado, temeroso de las amenazas del afuera.
No obstante, el ser humano vive oscilando entre la esfera pública y la privada, pero su vida no puede quedar reducida a una de las dos, pues ambas lo conforman como individuo colectivo. La ciudad, las calles que la conforman, los edificios, se le aparecen como simples e indistintos. Hoy, las calles, el espacio público, o lo que queda de él, origina una nueva forma de alienación ya que el individuo se separa de sí mismo y de los otros. Pero en ellas encontramos un nuevo fenómeno: La calle no es receptora pasiva de este ajetreo monótono, sino que se manifiesta como un espacio sociocultural de re-elaboración y adecuación de las lógicas generalizantes a una realidad particular. Esto se produce, no por si misma, sino mediante instancias no perennes que logran retener la atención de los ciudadanos, cuando les ofrecen situaciones atípicas que rompen con la cotidianeidad atrayendo la mirada de los transeúntes convirtiéndolos, por un momento, en sujetos participes y potencialmente activos, nos referimos a las intervenciones callejeras que surgen como expresión alternativa frente a los cambios urbanos impuestos. Son apariciones efímeras y momentáneas que se producen en algún lugar de la ciudad y se exponen a ser vistas por el espectador – ciudadano que circula diariamente, las cuales adquieren sentido porque modifican la cotidianeidad de la urbe mediante performances, alteraciones de las señaléticas oficiales, intervenciones en los muros, resignificación de monumentos, en definitiva, irrupciones deliberadas en el espacio público.
Entre estas apariciones momentáneas – ya que su permanencia se ve corrompida por el paso del tiempo, por el pintado de murallas, por la re-construcción de edificios o destrucción de espacios urbanos- tenemos al graffiti esténcil, el cual nos interesa como representante de estas manifestaciones instantáneas artísticas.

El esténcil se nos presenta como una plantilla la cual se coloca sobre una superficie y se pinta a través de ella con aerosol y/o brocha.
A lo largo de la historia del hombre ésta técnica ha tenido diversas utilidades, algunas de ellas más bien ornamentales. Tiene sus orígenes en las pinturas rupestres hechas en las cavernas, un ejemplo de esto son las siluetas de manos, las cuales se creaban arrojando pintura con la boca sobre una mano, sobre la pared, creando una impresión invertida. Esta simple idea, según Manco en su texto Esténcil graffiti, es el principio básico del esténcil, que es una de las técnicas más antiguas que se haya registrado (22000 años atrás).
Luego fue utilizada por los egipcios en la decoración de interiores; manipulaban cueros de animales para hacer las plantillas y decorar las paredes de las pirámides; también tenemos a los chinos que creando plantillas de papel usaban el esténcil para decorar la seda. Posteriormente este método viajo desde Asia hasta Europa, donde, desde la época medieval se continuó usando como técnica decorativa.
En la década de los treinta el esténcil se utilizó en la decoración de iglesias, pisos, muebles, entre otros usos. En Francia durante los períodos de arte Noveau y Deco, se utilizó la técnica de decorado por esténcil que se denomino pochoir, técnica algo costosa, por ser, los esténciles, hechos en metal. Desde ese entonces el principio básico del esténcil fue crucial para la implementación de nuevas técnicas de impresión, que junto a otros productos han expandido las posibilidades gráficas de expresión. Desde ese entonces es que ha tenido un uso práctico para la impresión de cajas de embalaje, para la creación de señalética y para la decoración de interiores.
No es posible definir, exactamente, cuando el esténcil fue llevado a las calles iniciando sus relaciones con el graffiti, por tornarse un medio de expresión popular, un mensaje público. Tenemos que durante la segunda guerra mundial, en Italia, se comenzó a utilizar como medio propagandístico; se colocaban esténciles en las paredes de las calles principales donde podían ser vistos por muchas personas, esténciles que contenían eslóganes e imágenes estética y gráficamente cuidadas. Esté es el primer antecedente del que se tiene registro en la historia. Ésta técnica se asociación con países latinoamericanos por los estarcidos hechas por grupos subversivos, en los años 70, en países como México, Argentina y Chile.
En la década de los ochenta fue cuando el graffiti esténcil cobró importancia, gracias a la obra de Blek le rat, en Paris, que aprendiendo la técnica del pochoir e influenciado por la técnica propagandística de Musollini, que vio durante su niñez, Blek tomó dichas formas de estarcir para mostrar sus obras en las calles de Paris, pues su propuesta era hablar mediante la imaginación para cuestionar al colectivo con comentarios de odio y amor, vida y muerte. Por ser imágenes que distraen y deleitan a los peatones sacándolos de sus preocupaciones cotidianas . Para él, llevar su trabajo directamente a la calle es parte primordial de la evolución del arte.
Luego el impacto fue mayor por la revalorización que tubo, producto de la llegada de la nueva escuela de Punk y new wave lo cual ayudó a su establecimiento en las grandes ciudades, tornándose las calles una galería de arte. A partir de ese momento la técnica del graffiti esténcil se ha ido reinventando y adquiriendo nuevos sentidos y utilizando nuevas ideas en su desarrollo a lo largo de todo el mundo con artistas como Shepard Fairey, Banksy, entre otros.
Es en este instante en que el esténcil se presentó plenamente callejero en todo el mundo, con un mensaje variado, irónico y contingente; otras veces con solo fines estéticos, presentando igualmente un quiebre respecto a su entorno, ya sea por la imagen o por el mensaje, o ambos. Se torno esténcil callejero, hermano del graffiti, por sus fines, pero independiente en su estructura, ya que es de rápido terminado, puede presentarse de forma múltiple en uno o varios lugares a la vez, sin perder su forma inicial, la que permanece en la plantilla, sí su significado, el cual varía dependiendo de su ubicación, de su interacción con otros esténciles, su complemento con lo urbano.
Pasó de ser una técnica de decoración y se transformó en una manifestación de la expresión pública, se integró en el espacio común, y se volvió junto a su soporte un espacio de comunicación, de interacción entre sujetos, entre el individuo y la urbe, quitándole la monotonía que antes presentaban las calles, pues porta en si mismo este sentido de espacio, que se abre cada vez que es estarcido en las murallas que muchas veces cierran los espacios al público, para abrirlos, para hacerlos parte del cotidiano significativo de las personas.
Incluso en espacios cerrados el esténcil abre espacios, por su mensaje, ya sea visual, conceptual o ambos, por ser un objeto estarcido que llama al espectador en medio de un soporte (murallas, pisos, techos, ventanas, baños, señaléticas, etc.) que, habitualmente lúgubre u opaco, de callejones y pasarelas de cemento, se torna cercano, íntimo. Devolviéndole la intimidad perdida a los espacios públicos, donde se daba, como en las antiguas plazas, la comunicación entre cercanos, entre vecinos, entre seres humanos.

III. El Espacio/Esfera que provoca el Graffiti Esténcil

¿En que sentido se ha tornado un espacio el esténcil? En este punto es necesario definir de que forma comprendemos la palabra espacio. Aquí tomamos a Peter Sloterdijk que en su texto esferas, parte de la pregunta: ¿Dónde estamos? Y no de la pregunta ¿Quiénes somos? Que se nos hace tan diversa en sus respuestas. Aquí, ya no parte del ser, sino del ser en el mundo, en el espacio.
Al hablar de espacio nos convoca al entendimiento de lo cercano, al espacio vivido y vivenciado. Pues la experiencia del espacio es la experiencia primera del vivir. Siempre vivimos en espacios, en esferas, en atmósferas. En esto tenemos que el mismo vivir del hombre es un crear esferas, crear espacios de convivencia. Espacios internos y externos a la ves, por esto se le llama esfera.
Nuestro autor nos dice que todos los espacios de la vida del hombre son reminiscencias del espacio original: el útero, espacios animados en los cuales estamos inmersos, es un intento por recuperar aquella atmósfera intima, donde nos sentíamos seguros y cercanos, donde nuestra mirada alcanzaba a comprender un todo espacial, a retener aquello que ahora se nos escapa: el exterior, inmenso y aterrador, inconmensurable.
Algunos ejemplos de esferas (espacios vivenciados) son las relaciones amorosas entre tu y yo, la inserción en comunidades, la relación sujeto objeto, la interacción graffiti esténcil y el observador, según nuestro punto de vista.
Estos espacios convocan la protección originaria del útero, por esto el hombre se encuentra constantemente intentando volver a él a través de la creación constante de esferas que el exterior del interior y el interior del exterior, donde conviven y se nutren mutuamente aquellos que viven de verdad juntos.
Conforme a ésta definición de espacio, el graffiti esténcil se presenta, para nosotras, así como también las demás manifestaciones momentáneas de la expresión del arte callejero posmoderno, como un nuevo útero, una nueva esfera de relaciones, como el exterior del interior de quien lo crea y elige el lugar en que va a ser expuesto y a su vez, en el observador, el esténcil se presenta como la exterioridad que se hace interior, al momento de presentarse ahí y luego estar en mí a modo de imagen y/o concepto, en ese instante en que es percibido.
El esténcil se torna un espacio, en esta percepción, por la interacción sujeto-objeto que se da, en un instante. El transeúnte, que se acerca o mira el esténcil desde la distancia, se abstrae de la cotidianidad grisácea de las urbes e interactúa con lo callejero y esto se le presenta al fin cercano, íntimo, transformándose ese momento en una nueva esfera de relaciones humanas.
La calle ya no sigue siendo la de antes de la intervención: un mero mecanismo de circulación que merma la intensidad del encuentro entre personas. Con el esténcil, y las demás performance callejeras, los individuos se adueñan de las urbes, las hacen propias y tal propiedad es íntimamente pública, pues inserta e incluye a los observadores, les permite participar, están hechas para ellos, y ellos al contemplarlas las hacen para si mismos.
El esténcil abre una nueva ventana a lo público, a la actividad de los ciudadanos en las calles; abre los espacios que parecen externos y cerrados a nuestra intimidad y a la vez, a la intimidad de los otros, y de los otros conmigo, que junto a mi ya no son extraños, sino que somos co-observadores de lo que se nos ha puesto delante, estético o reflexivo, con significado o sin él. Abre esferas.
El esténcil se vuelve espacio, por el sujeto que lo aprecia, no por que se encuentre inmerso en un espacio físico. Vuelve a unificar al individuo consigo mismo, con sus pensamientos acerca de lo que se le presenta colorido, irónico, extraño a lo habitual. Hace de la superficie en la que se encuentra inmersa una esfera, donde se mueven lo interno y lo externo, lo privado y lo público de las relaciones.
Junto al transeúnte que permite la esfera, llegarán otros, si se da el caso de que este se quede detenido, siendo, ese instante, un nuevo ágora, una nueva manifestación de la “plaza”, de relaciones interpersonales, íntimamente públicas. Ahora, la calle es el nuevo ágora que los Griegos utilizaron y planificaron dentro de la estructura de la polis para llevar a cabo las relaciones más intimas del ser humano: la política, la religión, la filosofía. Pero no es el ágora unificado, que se presentaba en un mismo espacio físico, en aquella época, sino que cada esquina de la calle, cada superficie de tránsito, se torna una esfera que se abre y encierra por unos instantes, como un brote de burbujas que solo permanecen en el instante en que son observados y que luego mañana ya no serán lo mismo, estallarán, por la aparición de algún otro esténcil, un graffiti, o la simple renovación en la apariencia de la superficie en la que se encuentra o por el cambio constante de la urbe.
Esté nuevo ágora, perdido por la expansión de las ciudades, sólo se presenta posible, nuevamente, por las manifestaciones callejeras, por las performance corporales, esténcileras, grafiteras, o cualquier otra que irrumpa el plomizo asfalto de una ciudad que crece hacia arriba y se aleja cada vez más de nosotros.
Esta apertura del espacio en esfera público e intimo, que abre el esténcil, como parte de las performance callejeras, se da en el sentido de que cualquier asunto, sin restricción, puede ser lanzado a discusión entre todos los participantes de este nuevo espacio que se a tornado nuevamente público, permite el intercambio de discursos de distinta naturaleza y contenido, como ya nos lo enuncio Habermas, respecto al espacio público. Dónde también cabe la posibilidad de que no se genere discusión, sino más bien una mirada fría y ajena, que aún así quedó detenida por los colores que antes, el transeúnte, no había distinguido en sus monótonas calles, ahora personificadas.
En el ágora griego, que se abría a los transeúntes y mercaderes, se daban esferas comunicativas de diversas temáticas. En ellas encontrábamos, en un flujo de interacción, temas políticos, religiosos, económicos y filosóficos. Era en las plazas donde tenían tribuna los consejos de ancianos, las asambleas, pero no cualquiera podía participar de ellas, sólo los hombres libres y pertenecientes a la ciudad estado. Hoy, estos lugares se han difuminado, se han diversificado y perdido el centro físico que antes tenían. Pero junto a ésta característica, tenemos que también se han vuelto integradores y ya no solo un ciudadano puede hacerse participe del discurso que observamos en el arte callejero, sino también un extranjero a la ciudad o al país, en el caso del esténcil, aunque en algún circunstancias se vea limitado por el lenguaje.
Es de esta forma que los discursos y esferas públicas han cambiado y movilizado su lugar de aparición, ahora transitan con las personas. Es por este sentido del tránsito constante que hemos tomado el esténcil, además por la apretura de esferas, ya que puede transportar su mensaje a distintos lugares sin perder la imagen estética que transporta, por ser una plantilla que permite diversas impresiones.
Ahora el camino que se abre es sobre el tipo de discurso, o diálogo que se daba en el ágora, el cual vemos ahora fragmentado. Si es que aún permanece similar. Respecto al esténcil, podemos ver que el discurso político aún se mantiene, desde la época de Mussolini, donde lo vimos proliferar. Nuestra interrogante está en la pregunta ¿Dónde está el discurso filosófico, que también se presentaba en el ágora? Llevándonos a la interrogante: ¿Será el esténcil una vitrina que lleve al ágora el discurso filosófico nuevamente?, ¿qué sucederá con la filosofía en este nuevo medio de difusión? ¿Adquirirá sus características fragmentadas? ¿Perderá su unificación? ¿Ganará con aquello el acercamiento a todos los transeúntes? ¿O se perderá en frases profundas que serán recordadas, como las de Heráclito: Frases fragmentadas sin un orden establecido, dándole el paso a las siguientes generaciones para su posterior unificación? Tales son preguntas que quedan abiertas y que intentaremos responder con un nuevo sentido que daremos al esténcil: como manifestación fragmentada de la filosofía, para deleite público, para mostrar que no solo esta en los libros, sino que también ha sido, será y seguirá siendo parte de la intimidad del hombre, de sus espacios, ella misma un espacio, como cualquier pensamiento ideológico o no. Será ella fragmentada para llevarla y hacerla pública, su futura reconstrucción será menester en sociedades posteriores, como parte del avance del pensamiento humano, con el fin de permitir nuevas reestructuraciones y combinaciones, para que permanezca su movimiento y no se estanque. Queremos que transite y se mueva con el hombre. Esto será llevado a cabo con nuestra colectiva: filosofarte, como un intento de responder a éstas preguntas y otras que vayan surgiendo en el camino.